viernes, 7 de mayo de 2010

Valores


"Ni bien encontré la plata me dije que tenía que devolverla: hice lo que Dios me dijo"


Gana $ 1.200 al mes. Vive en una casilla prestada. "Lo que no es mío, no es mío", dijo.

Por: Gustavo Molina

"Gloria a Dios". Es lo primero que dijo Néstor Brollo, un joven de 23 años, cuando encontró 50 mil dólares tirados en la basura. Pero su fe religiosa pudo más que sus no pocas penurias económicas, y devolvió el dinero a sus dueños.

La historia de Néstor asombra gratamente y llena de orgullo a los diez mil habitantes de Berrotarán, un pueblo ubicado a la vera de la ruta 36, a 130 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba.

Néstor Brollo trabaja como operario de Argen Minera en una mina en Las Caleras, un pueblo cercano a Berrotarán. Su sueldo apenas llega a 1.200 pesos mensuales y le alcanza para mantener con alguna dificultad a su familia: su esposa y Milagros, su hijita de dos años.

"Mi esposa no trabaja, porque a mí no me gusta que lo haga. Soy cabeza de hogar y soy yo el que tiene que llevarle el pan todos los días", razona el joven.

Néstor Brollo le contó a Clarín que la semana pasada "había ido a un taller a buscar una estufa vieja, a leña, que dejé para que la arreglaran; cuando volvía a mi casa, por la calle Colón, veo basura. Me acerqué porque había un teclado de computadora que le podía servir a mi hija".

El muchacho dijo que aprovechó y buscó algo "para reciclar o que me sirviera para la casa. Encontré una caja, es como si estuviera envuelta para encomienda y la llevé".

Ya en su casa, antes de la cena, se produjo el milagro: "Estábamos por cenar y abrí las cajas. Había una que parecía de un teléfono celular. Pero cuando la abrí, ahí estaban los 50 mil dólares. Esa noche directamente no comí", confió, todavía emocionado.

Y tampoco durmió. "No pegué un ojo en toda la noche. Al otro día me fui a trabajar pero me quedé pensando en mi hija y en mi mujer, solas con ese dinero en casa", relató Néstor.

Al día siguiente, mientras trabajaba en la mina, se animó a contar lo que le había pasado. "Mis compañeros de trabajo, el capataz y los patrones me aconsejaron bien. Aunque ni bien encontré la plata me dije que tenía que devolverla: hice lo que Dios me dijo. Así que le pedí al Señor que me diera fuerzas y la devolví", cuenta Néstor, orgulloso de sus actos.

Esa misma tarde, al salir de trabajar, regresó por la calle Colón hasta la casa donde había encontrado la caja. Lo acompañaba un amigo, para darle fuerzas.

"Pasamos por la vivienda en varias oportunidades. En una de esas veces estaba la mujer con la hija afuera. Mi amigo preguntó si habían sacado la basura y cuando le contestaron que sí, me señaló y les dijo que yo había encontrado 50 mil dólares. No lo podían creer", destacó el joven minero, que agregó: "Esa gente, los dueños de la casa, no pensaban que iba a aparecer ese dinero, creo que ni sabían de esa plata que seguro había sido de algún pariente".

La dueña de casa lo hizo pasar a la casa, le agradeció el gesto y como recompensa le dio a Néstor Brollo algo de ropa usada, alimentos y 500 pesos: "Pasamos a la casa y estuvimos hablando un rato. Ella decidirá qué hacer. La plata que me dio la iba a destinar a viajar a ver a mi familia en Jesús María, pero al final sirvió para pagar unas cuentas", reconoció el muchacho.

¿No sintió la tentación de quedarse con algo del dinero que encontró en la basura?

Gracias a Dios nunca dudé en quedarme con lo que no es mío. Lo que no es mío, no es mío.

En Berrotarán todos hablan del noble gesto del joven minero, que pese a vivir en una casilla prestada y ganar un salario extremadamente bajo, pudo hacer valer más su honradez que sus necesidades económicas.

"Sé que mi hija Milagro me lo va a reconocer cuando sea mayor. Yo no soy rico, lo único que tengo es mi nombre. Mi familia no me lo hubiera perdonado. No pensé mucho. Hice lo que Dios me dijo, había que devolver esa plata. Sé que Dios me recompensará con más", reflexionó Néstor Brollo.

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